Una imagen que me viene a la cabeza de cuando era niña es "ver a mi madre abriendo las alas a la mesa de comedor" esa acción me indicaba motivo celebración. Así era, el comedor quedaba chico porque las sillas se multiplicaban al igual que los comensales que siempre eran nuestros seres más queridos y comenzaba así la comida, todos alegres, más hambrientos o menos, pero contentos por estar sentados alrededor de aquella mesa de comedor.
Según pasaba el tiempo y los platos quedaban vacíos los comensales estaban más satisfechos y comenzaba la tertulia, el sonido de las voces empezaba a ganar fuerza, las copas de vino se volvían a llenar y hasta se oía algún "clin" del cristal cuando se entrechocan las copas. Yo no lo llegaba a entender pero la sonrisa es contagiosa y yo también me sentía feliz!!.
Este mueble en algunas ocasiones maltratado por los roces de las sillas, los golpes de los vasos sobre su tapa, algún derrame de líquido o de comida, en sí mismo, es centro de reunión de todo hogar. A mí me parece importante presentar la mesa de comedor como parte fundamental del mobiliario de una casa. Clásicas y oscuras o de piedra de mármol en la tapa, así es como las recuerdo pero ahora las hay de infinidad de diseños, formas, colores, maderas, materiales...
A mí me gustan las mesas de comedor de pata recta y de colores claros, tan claro como el blanco, de tapa maciza e incluso las de maderas recicladas que son ahora tendencia y que recuperan el aire rústico que tanto ha estado de moda años atrás pero que le dan un toque chic a la estancia desde un plano abierto.
Es importante elegirlas lo más grandes posible pues no sabemos a cuantos comensales estará esperando teniendo en cuenta que son y los serán el centro de reunión.
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